martes, 15 de abril de 2008

Aires de Annia, luz de Marcelo, y viceversa

Osmany Oduardo G.


Una lectura de poesía, o sea, un grupo de personas reunidas en torno a uno o varios poetas que leen sus poemas, o el poeta que lee rodeado de un grupo de personas. Todo depende del punto de vista con que se mire. Debe sucederle a casi todos los poetas: a veces se quiere ser parte de la audiencia, escapar a la responsabilidad de ser escuchado, de ser el centro de algo, de saberse en el ruedo a la vera de posibles juicios acerca de lo que se acaba de leer. Debe sucederle a casi todos los que van a un recital de poesía: a veces se quiere estar al frente, leyendo, ser el autor si es que los poemas son buenos, de esos que dejan en la piel un sabor difícil de quitar, de esos que, al final del encuentro, todavía flotan en el ambiente colonial del patio del Palacio del Segundo Cabo, donde, después de un pequeño receso precedido por la Feria del Libro, el espacio Aire de Luz reabrió sus puertas. Basilia Papastamatíu, como siempre, la anfitriona.

Esta vez los poetas invitados fueron Annia Alejo y Marcelo Morales. Si en “aires” pasados, generalmente lo que estimulaba la lectura y el acto de escucharla era la diferencia entre los poetas y poéticas, con sus posibles puntos de contacto, este jueves fuimos testigos de una casual sintonía, con esas inevitables diferencias. Muy cercanos en términos de generaciones (sin caer en la torpeza de querer ubicarlos en generación alguna, sin tender a la banal etiqueta) a ellos los separan, sencillamente, unas cuantas provincias, esa distancia geográfica que puede ser burlada por ese extraño engranaje de sensibilidades y sucesos que es la poesía. Annia Alejo, nacida en Guantánamo en 1975, escribe desde la contención. Su nombre ya es conocido en el panorama de las letras cubanas gracias a la publicación de su obra en revistas y antologías –A salvo en el estío (2002) y Palabras en la arena (2006)–, pero sobre todo cuando alcanzó una mención en el Premio Nosside Caribe. No le preocupa publicar, o al menos no la ataca la fiebre esa de querer convertir en letra impresa todo lo que escribe. Sin embargo, ya va siendo hora de que los lectores cubanos puedan leer un libro de esta autora cuyos poemas parten de un intimismo inusitado y rozan, a veces, una violencia, digamos, doméstica. Detrás de ese cuidado uso del lenguaje puede haber imágenes ásperas. Su poesía es una poesía de circunstancias. La de Marcelo (La Habana, 1973) es más bien una poética de sucesos, pero no los grandes sucesos, sino más bien todo aquello que, en su aparente simpleza, afecta la existencia del ser humano. Su visión filosófica de que la cotidianidad constituye una realidad aplastante es lo que viene a conformar su obra. Hay una impresionante economía del lenguaje en su poesía y en ello radica la fuerza que adquieren textos como ese que fue desgranando con ritmo pausado, lento, ante un público que lo escuchaba entre la tranquilidad y el desconcierto de descubrir que las pequeñas cosas de la cotidianidad pueden resultar abrumadoras. Ganador del Premio Pinos Nuevos, del Premio La Gaceta de Cuba en dos ocasiones y más recientemente del Pen Club de Puerto Rico, Marcelo ha publicado los poemarios Cinema (Letras Cubanas), El mundo como objeto (Unión) y El círculo mágico (Letras Cubanas), así como la noveleta La espiral.

Para cambiar el tono, romper con la rutina habitual del espacio, los poetas decidieron leer una sola vez, sobre todo porque Marcelo se lanzaría con un poema extenso que él cataloga como un libro, sin tomar demasiado en cuenta las reglas de lo que debe ser un volumen en tanto extensión. Después de eso no hubo preguntas, sino palabras de elogio por parte de los poetas Lina de Feria (quien había escrito en un artículo publicado en CubaLiteraria que Marcelo “está entre los mejores autores jóvenes y sabemos que en sus próximas obras su poder de gratificarnos con mundos inventados y conflictos dramáticos seguirá dándonos ese lugar específico de valor y buen gusto”), René Coira, Roberto Manzano y José Luis Moreno del Toro. Todos celebraron la profundidad de la obra de estos dos poetas que vienen a ubicarse como dos de las voces más interesantes de la literatura cubana de estos tiempos.

Aire de Luz sigue siendo un espacio que contribuye, de cierto modo, a tomarle el pulso a la poesía cubana actual.



De Annia Alejo:

OTRA EXTENSIÓN DE LA REALIDAD

Qué haríamos sin las imágenes,
sin este descender de emociones y calientes apetitos
que se instalan serenos, de la misma manera
que el agua atraviesa el cadáver de un animal
expuesto largamente a la lluvia
y repasa sus vísceras, entablando una comunicación
entre sangre y transparencia.
En lo más bajo de la hondonada
debiéramos esperar de pie y desnudos
a los caballos en su carrera, cuando acuden unidos
a la invasión del agua sobre los campos yermos.
Incorporarnos al animal en plena escapada o avance,
alma que no se inclina por el sometimiento
sino a la inquietud del latido,
a la respiración que arma los templos y los nombres,
libertad inconsciente que absorbe los fragmentos
de la tierra, contra la piel endurecida en el cambio.
Agua y bestia son espacios de avance,
movimiento en el agua y equilibrio en la bestia
que en su lucha preserva el tránsito.
La bestia se deforma en la muerte, otorga su integridad
al agua, y luego seca ofrece su contenido al árbol.
Yo mastico la fruta y no asumo el orden arbitrario
que cierra la espiral y empequeñece.
De imágenes construyo la casa que nunca habité,
para que sean propicios los vientos
y desarmen el presente continuo,
y se mueva el músculo de mi padre,
y se abra el pecho de mis otros
ajenos familiares, fuera ya del letargo
que imponen los días sin trabajo.
Porque no creo en la palabra
sin objeto viviente que le calce el sonido.
Mi familia, que vivió tierra adentro,
no conocía las utilidades del océano
e imaginaban un progresivo desembarco
de cargas y de hombres.
Aceptemos la reminiscencia, la marea alta
y el mediodía, los cadáveres, la descomposición
y el polvo, la purificación dentro del fuego
que abastecen nuestros fantasmas.



De Marcelo Morales:

Tout pure, tout centre, sous toi
René Daumal

1

¿Cuántas veces amaste, sin que este acto tuviera la menor consecuencia?
el círculo de la vida seguía conteniéndote,
las horas en el tiempo continuaban,
y tú detrás de alguna mesa, creías visualizar un centro,
el estado de abandono en que existen los objetos, cuando el miedo a ese vacío,
se hace sereno.
Inmóvil como el cuerpo de una taza, como la tarde misma.
¿Cuántas veces, en la radio, escuchaste esas palabras,
cuando el terror a la muerte rompía tu existencia?
Los límites de la vida te atrapaban.
Entonces creías que el mundo era perfecto.
Que la misma lluvia caería para siempre.
La luz del mundo, rozaba la forma de su cara,
y tú, tratabas de quebrar el tiempo, tratabas de quebrarlo.
El cuerpo del espacio te envolvía,
La luz de algo terrible te cegaba, la luz de algo perfecto.
Tú querías ser, tú querías ser, pero el hueco era profundo, tú querías ser,
tú querías ser, pero el ojo te negaba, trataba de arrastrarte a un infinito,
de arrastrarte a una sustancia, toda pura, toda pura, menos tú.

2
Recuerda la condición profunda del espíritu,
los momentos en que viste tu rostro reflejado en un espejo
y te volviste muchas cosas y ninguna,
los momentos en que supiste que no eras,
los momentos en que supiste que lo único que no cambiaba,
era que todo cambiaba, que lo único inamovible era que todo se mueve. La ley. Recuerda las mañanas en que hizo frío y caminaste cerca de un muro y estabas solo y estabas triste, y pensaste. Querías eso que eras cuando no eras, tu Yo profundo, tu Yo, los momentos en que supiste que a ti, no te quedaría nada de ti, los momentos que supiste que no tenías nada, que no tuviste nunca nada, y recuerda la pureza, la pureza del perfume, y recuerda ese peligro, porque el amor que te debió eternizar, también, te llevó a la muerte.

*
Creí que cada cosa que escribía
era un trozo que arañaba de mi muerte,
como si fuese posible vaciarla.
Ahora veo el agua donde estuvo la flor
y se ha vuelto
amarilla.
Los papeles con el viento chocan
insistentes
agotados.


Publicado en CubaLiteraria

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