viernes, 11 de abril de 2008

Marcelo Morales: la sinceridad de la escritura

Alberto Edel Morales Fuentes

Marcelo Morales es reconocido por la crítica como una de las dos o tres voces más reveladoras entre el significativo grupo de poetas cubanos que rondan ahora los treinta años. Ha publicado los libros Cinema (poesía, Letras Cubanas, La Habana, 1997); La espiral (noveleta, Sed de belleza, Santa Clara, 2005); y El mundo como objeto, (poesía, Isla negra, San Juan, 2006, Ediciones Unión, La Habana, 2007). Obtuvo entre otros los premios Pinos Nuevos, La Gaceta de Cuba, y la beca de creación Prometeo. Nació en La Habana, en 1977, aún sostiene una mirada limpia y un rostro afable o expresiones poéticas cargadas de belleza y sentido, como estas “…de las cosas es importante sólo el significado…” o esta otra “Cada uno de nosotros tiene una naturaleza, / entenderla uno mismo es ya difícil, que alguien la entienda, eso es el amor, y milagro”.

En tus primeros poemas publicados (Cinema, Letras Cubanas, 1997) se anunciaba una sensibilidad y una transparencia de escritura todavía adolescentes, pero anunciadores de una profunda vocación poética, que creo se revela a plenitud en varios poemas de El mundo como objeto (Isla Negra, 2006) ¿Qué se mantiene y que cambia en tu poesía entre un momento y otro?

Se mantiene y cambia Marcelo. Para mi nunca hubo diferencia entre lo que escribía y lo que era yo, en verdad nunca tuve conciencia de estar escribiendo poesía, la palabra es en si fea, poesía; yo escribía mi vida. Se mantiene la sinceridad con lo que se es y lo que se escribe, se mantiene la búsqueda del sentido en su máxima expresión, el odio a la palabrería, a lo poetizante, se mantiene la necesidad de comprender la vida, la intención de ser simple y profundo al mismo tiempo. Ahora, entre Cinema y El mundo como objeto hay la misma relación que entre el Marcelo de 18 años y el de 27, un proceso de vida, un proceso de cambio, de reconocimiento de lo real, de Marcelo dentro de lo real, con todo lo que eso lleva, con todo a lo que eso te lleva. El mundo como objeto es un libro de mucha más madurez, de asentamiento. Cinema lo escribí en meses, El mundo como objeto me tomó años. En verdad a veces siento que debería juntarlos todos. Después de El mundo como objeto, he escrito otros dos libros de poesía, que aunque son completamente diferentes forman parte de un mismo proceso de conocimiento. Ahora que lo pienso bien, la estructura de los dos libros es casi idéntica, el recorrido es parecido, también el ritmo, la intención de decir con poco, la visión de un libro de poesía como un cuerpo trabado de texto a texto, una cadena.

¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Cómo llegas a una expresión tan minuciosa del lenguaje y logras al mismo tiempo sostener la inquietud filosófica por el destino del ser humano y la capacidad de comunicación con el otro?

Broch, en Voces, decía que el pensamiento es lenguaje. Yo no tengo un método de trabajo, simplemente doy vueltas a una obsesión, trato de agotar una idea, doy vueltas y vueltas tratando de desentrañar algo, de explicarme lo real, de explicarme lo que soy, lo que es el mundo, la condición de ser. Yo no sé de expresiones minuciosas del lenguaje, no son cosas que me haya propuesto lograr, porque para mi el lenguaje no estuvo jamás separado del sentido, forma y contenido fueron para mí siempre una misma cosa, no me propuse escribir de una manera, simplemente pensaba y escribía lo que pensaba. Yo simplemente veía las imágenes y escribía.


¿Significa algo para ti la clásica expresión sobre la angustia ante la página en blanco? ¿O es la inquietud ante la incertidumbre del mundo un elemento de desasosiego más palpable? ¿Cómo se relacionan ambos impulsos en tu poesía?

La escritura es una traducción, un estado, no sé lo que es una página en blanco, nunca en mi vida tuve frente a mi una página en blanco. Yo escribía en donde fuera cuando tenía que hacerlo, cuando sentía el impulso, la necesidad, cuando tenía ganas de escribir lo hacía, cuando sentía que tenía que decir o decirme algo lo hacía, incluso cuando escribía novela. Siempre que me senté a escribir todas mis páginas estaban llenas.

La muerte es un tema eterno de la poesía que aparece en tus versos con bastante recurrencia. ¿Cuál es el origen de esa inquietud? ¿Qué diferencia su expresión poética de su experiencia vital?

La muerte que uno piensa no es la misma que uno vive. Yo no he escrito de la muerte, sino de mi obsesión por la idea, mi necesidad de suspenderla en el vacío y mirarla desde todas las direcciones, como un cuerpo en el espacio. No he escrito de la muerte sino de lo que de ella había en la vida, todo en un mismo cuerpo de cambio verdadero, donde el amor, la idea de lo finito o el paso del tiempo venían a formar parte de una misma cosa, una misma angustia, un mismo cambio. En verdad creo que empecé a escribir tratando de entender la muerte, tratando de entender el cambio. La victoria sobre esas cosas es siempre interna, hace poco escribía que para evolucionar como escritor tenía que evolucionar como ser humano, que para borrar la muerte de mi escritura tenía que borrarla de mi vida. Para mi no existe una dicotomía entre escritura y vida, yo nunca fui diferente de lo que escribía, si escribía de la muerte era porque estaba pensando en ella. Si evolucioné como ser humano fue porque lo hice como escritor.

¿Que opinión te merece la poesía cubana ahora mismo? ¿Cómo la sitúas en su relación con la poesía cubana de otros tiempos o la poesía contemporánea de otros lugares? ¿Qué poetas te interesan más, aquí y ahora?

Dejé de leer poesía cubana contemporánea hace ya algún tiempo, generalmente me daba vergüenza ajena, la poesía es generalmente mala. Me gusta la idea de Juan Ramón, “un poeta es una flor rara”, creo en eso. Cuando dejé de leerla era hueca, provinciana, llena de imágenes torpes y desprovista de pensamiento. Ahora, no puedo hablar de cosas que no conozco bien, que están en proceso, no debo hablar de cosas de la cuales he tenido el cuidado, o al menos la pretensión, de alejarme. Ya no somos nosotros, los que abrimos mi generación, los más jóvenes, lo fuimos por algún tiempo, pero ya no, los mejores poetas están siempre en el futuro, espero. En cuanto a su relación con la poesía cubana de otros tiempos, creo que hay una contaminación lezamiana, un gusto petulante por la imagen y el sinsentido que recorrió con fuerza la poesía de los 80 y que sigue marcando un canon, pero es sólo una idea vaga que tengo, sin cuerpo, sigo pensando en la flor rara y en mi falta de conocimiento real sobre el tema. Confío en que las excepciones de la regla nos salvarán de todo eso. Sería muy difícil para mí comenzar a hacer una lista de los poetas que más me interesan, la lista sería amplia: Brodsky, Auden, Stevens, Ekeloff, Khodasevich, Broch, Prévert, Cioran, Artaud, Baragaño, Piñera, Michaux, Plath, Merwin, Lautréamont, Daumal, Ramuz, Bukowski, por supuesto, Michel Leiris, Simic, Tortel, Benjamin Péret, Chazal, Nerval, en fin, la lista no es interminable pero podría ser amplia, es una lista que cambia con el tiempo, que ha estado siempre cambiando, que estará, en el mejor de los casos, cambiando siempre…

Una versión de esta entrevista arreglada por el editor fue publicada originalmente en El Tintero, suplemento de JR, y desató una abundante polémica en espacios literarios y algunos espacios de los medios masivos. Ofrezco aquí la entrevista original.

4 comentarios:

teresa coraspe dijo...

Excelente entrevista, y extraordinarias respuestas. La selección de escritores y poetas que conforman la lectura del entrevistado, es afín con mis autores preferidos. ¡Qué buen Sábado el de hoy!...Un saludo desde el Sur. Teresa.

Pedro Pablo Pérez S dijo...

Edel, coincido con mi amiga Teresa. Creo que el cuerpo de la entrevista es muy buena. Las preguntas directas y elocuentes. Solo tengo para ti una sugerencia. Me hubiera gustado que se ilustrara el final de ésta entrevista con algún poema del poeta entrevistado. Daría una visión más amplia al fundamento de sus respuestas.(para quienes no conocemos su obra)

Un abrazo

Elisabet Cincotta dijo...

Excelente e interesante entrevista. Es un placer conocer nuevos escritores.
Lástima no leer nada del poeta. Supongo que ya nos sorprenderás con ellas.
Elisabet

Solanyi dijo...

Me gustó bastante la entrevista. Tuve la oportunidad de conocer este poeta en colombia durante el festival de poesía en Medellín. Y cuando leo sus comentarios parece que lo veo sobre la escena con su simplesa y simpatía. No entiendo porque causaron revuelo sus palabras. Es una entrevista con respuestas sinceras. Que es mas importante que mentir, no?
Desde Paris un abrazo a la poesía! Angie RAMIREZ