viernes, 16 de mayo de 2008

Puedo entenderte, y discrepar abiertamente contigo...

Puedo entenderte, Heriberto, y discrepar abiertamente contigo, siempre he defendido el derecho de cada uno a pensar. Y pensar hace que se sigan distintos derroteros para unas mismas preguntas mientras el lugar desde donde se mira influya tanto en las conclusiones a que se llegue. Obviamente, uno debe ser coherente y decir lo que piensa y actuar como habla, y siempre será esa la verdadera manera de proceder para quien se respeta a si mismo y respeta al otro. No se bien si a mi me gustaría reintegrar la Florida a la Capitanía General, pero puede que al Padre Varela sí le diera un alegrón. De verdad no estaría tan seguro, veo que tú sí y es bueno que lo digas, que los que hoy vivimos en Cuba y hemos perseverado más allá de las crisis en las ideas del 68, el 95, el 30 y el 59, mañana seamos minoría. O sea, no creo que la Revolución se venga abajo y ya. Siempre supe que habrá que cambiar mucho de lo que la ha acompañado y no es exactamente Revolución, pero eso es otra discusión, imprescindible pero otra discusión. Y ojalá logremos que ese estado base del derecho y del sentido común prevalezca, no solo en la isla, sino afuera, arriba y abajo. Y se pueda ser villareños y cubanos, que es lo que somos al fin y al cabo y Victor Mesa se encarga de recordarnos con sus estampidas. Así que un saludo mío para tí, Heriberto, que conversar de verdad es también eso.
En cuando al avispero, Sosa, me duele un poco por tí. Yo suponía que nadie te vigilaba. O sea, si no estás puesto para joder este país (y confío plenamente en eso) se supone que nadie te vigile. Pero hasta la Corte de Atlanta dictaminó que esos Cinco no estaban espiando otra cosa que actividades -digámosle así- violentas contra Cuba. Y no creo que hayan hecho dejación de sus principios (no se otros, hablo de esos) pues por algo los llevaron a la tabla, y claro que lo que hacían no es lo mismo que espiar para derrocar un gobierno de otro país, que es lo que la CIA ha hecho y hace aquí con ciertas ayudas no demasiado desinteresadas (miraste alguna vez los ojos del otro Manuel, aquel maestro de 16 años asesinado por alfabetizar). Solo considera el hecho de que a algunos de los últimos envíos de la década pasada los capturaron no espiando vocecitas, sino poniendo bombas y matando gentes, y están vivos, con condenas más llevaderas que las dos cadenas perpetuas mas tantos años que le encasquetaron a Antonio por…? A propósito, yo no publiqué Desde mi altura, el libro de Antonio Guerrero, solo lo prologué y no me retracto ni avergüenzo de lo que allí dije. Puedo enviártelo si quieres (el prólogo), para una lectura sosegada. Además, para tu información, en este país se aplazó indefinidamente la pena de muerte, más o menos mientras en alguno de esos estados achicharraban a uno más en la silla eléctrica, y según testimonios confiables de quienes visitan las cárceles no son el horror que ustedes pintan. Y no me jodas con el chistecito de yo opino lo que quiera que aquí en cualquier esquina todo el mundo habla mal de lo que le parece que está mal, pero ocurre que tal vez la mayoría no quiere cambiar el socialismo sino profundizarlo, hacerlo superior. Cierto que es una tarea de indio, pero no lo era menos la guerrita sin esclavos que se inventó Céspedes y la locura de Martí de hacer una república con todos y para el bien de todos.
Nos vemos en algún lugar, buen fin de semana y suerte para la vida personal,
Edel

1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta tortuoso seguir estos comentarios surgidos sobre... Como viajera, y como desconocedora de las rencillas y comentarios anteriores (sobre el poema), pienso que tu techo no es precisamente de tejas, sino de un cristal muy fino.

Las obras sólidas se sostienen por sí mismas y no necesitan de machetes tan afilados para defenderse. Las veraderas obras se empinan y brillan con una luz muy singular. Una luz que las glorifica.

Puede que tu poema consigua empinarse en la memoria de los críticos y lectores; con peor suerte, puede que sólo logre mantenerse a media asta, o apagado, como cualquier bandera en un día sin aire, o que desfallezca, sin fuerza alguna para ondular, como un falo viejo que quiere y quiere pero no lo consigue, y bien conocidos son los dolores de la impotencia. El tiempo no logra sanar la impotencia, pero sí logra mantener erecto lo que verdaderamente complace.

Qué significa para ti respetar al otro?