jueves, 15 de mayo de 2008

Sobre una apostilla en La Finca

Bien sabes, mi buen Manuel (pues ya hemos comentado antes ese asunto) la atención que merece la mordida trapera (más de poli ¿mexica o de Arroyo Blanco? que de buen cubiche) del “lenguaraz” Fermín Gabor en su maloliente parrafada de unos años atrás y la desvaloración que para su propia Lengua supuso ese texto en la lectura de muchas más personas de lo que puedan imaginar sus hacedores.
Y en cuanto al encargo cumplido por aquel pobre señorito de cubito supino, a quien por demás debe pesarle como una maldición el apellido en su espíritu mal hecho, muy fácil se advierte allí lo ajena que es a la poesía la materia y el soplo de ese comentario, de manera que León no defendía el banderín sino la mínima ética y respeto a la inteligencia ajena que deberíamos guardar en el gremio.
Por eso no puede menos que sorprenderme que te enredes de nuevo en el asunto de aquel texto, dizque por esa multica en el D.F.
La compilación de Omar Perdomo, A la bandera cubana, que es un serio trabajo de investigación en fuentes muy diversas, más allá de cualquier lectura iconoclasta, recoge más de un siglo de cantos a esa telita pintada que pudo ser otra (pero que es la que es desde que en 1869 los representantes de la República de Cuba en Armas, reunidos por allá por Guaimaro decidieron que era esa y no otra) y agrupa a unos cuantos de los mejores poetas cubanos para quienes alguna vez la posibilidad de pertenecer significó algo, y no se sonrojaron ni avergonzaron por cantarle a su bandera, lo mismo con la profundidad de los fundadores que con el desparpajo de una animadora que defiende a su equipo.
Si a algunos por ahí no les parece suficientemente “mona” la bandera cubana, o no es de su agrado que la gente pueda ver y sentir en/por ella algunas esencias más allá de cualquier apariencia que tuviera, es asunto suyo, pues hasta tiene una lógica de diseño superior a la francesa, si me permites el comentario.
Por otro lado un país no es nunca cosa del pasado. No se si saben que un poeta como Ismael Gonzalez Castañer va con una banderita cubana a sus lecturas, y le encaja a esos colores los poemas de amor ante cualquier auditorio. Más o menos lo mismo que Luis Eligio o cualquiera de los poetas que de verdad dan otro color y crean otras figuras ahora mismo a la poesía cubana que se escribe en la isla.
En cuanto a Otro color, otras figuras geométricas, mi poema de marras, es natural que a algunos no les haya gustado. Lástima. Pero bueno, no es esa la opinión de muchísima más gente en Cuba y fuera de. Para ciertos lectores un poema como Otro color, otras figuras geométricas ayuda a vivir: no a escribir, a vivir (remember Diego) y para otros, tan escritores, tan del siglo XXI y tan sabihondos como nosotros, le parecen versos lo bastante aceptables como para aparecer en más de una revista y/o antología literariamente suficiente por ahí. De hecho tu apostilla de hoy acaba de sugerirme que lo incluya en mi próximo libro de poemas, ya que si tantos horizontes acerca/aleja debe ser que está vivo. Así que te agradezco tu comentario y espero no me tomes a mal la descarga, que a veces uno amanece con ganas de quitarse la camisa y soltar la primera palabra que le viene a la mente, como dice aquel otro poeta.
Cualquier día te hago llegar unas décimas con mango para que animes la finquita,
Edel Morales
Posdata: como a veces alguien usa mi nombre para decir cosas por ahí, dejo constancia de que esto lo escribí yo y lo incluyo en mi blog. Y no me hago ilusiones, todos sabemos que no se podrá borrar nunca, pues si algún día decidiésemos hacerlo, ya alguien lo habría copiado. Y buena suerte, mi socio.




Otro color, otras figuras geométricas

Para Israel Domínguez,
acompañando el equipaje de William Jones.
Para Luis Eligio, en su Poesía Sin Fin.


Magenta o fucsia,
oro,
turquesa,
lavanda,
negro, canela, marrón,
amarillo y verde
en el Brasil,
que mezcla iguales elementos
a los nuestros.

aguamarina o rosa,
cuadros violeta, círculos naranja,
rombos en ciruela,
ocres espirales discontinuas,
línea que asciende recta diagonal oblicua
del claro al vivo mar oscuro olivo,
maíz, manzana y zarza,
hoz y martillo, soles y constelaciones,
medialuna o cruz, águila o serpiente,
un signo inequívoco de la antigua grandeza
que se despliega en el aire,
como en el México de corrientes simultáneas
a las nuestras.

sí,
pudo ser otro color,
otras figuras geométricas
mostradas en la tela
las que tomaran los abuelos
para reconocer las islas,
para avivar la patria,
para escribir sus himnos y cantares,
para estremecer sus vidas
y ofrecerlas;
pudo ser.

pero
cae la tarde polícroma
en los nuevos cielos del oeste:
azul y blanco sobre rojo,
cae la tarde dulce y polícroma
en la ciudad de las columnas:
azul y blanco sobre rojo,
cae la tarde dolorosa
en las graves tierras matanceras,
en las villas gastadas del centro:
azul y blanco sobre rojo,
cae la tarde infinita
en Guáimaro y Montecristi,
cae sucesiva la tarde
en Jimaguayú,
en San Lorenzo,
en Dos Ríos,
en Las Damas,
en San Pedro:
azul y blanco sobre rojo,
triángulo y rectángulos y estrella solitaria
en Nueva York y Tampa y Jarao y Baraguá,
en Artemisa y Santiago y La Reforma:
triángulo y rectángulos y estrella solitaria,
azul y blanco sobre rojo,
azul y blanco sobre rojo
en las tardes polícromas de Cuba:
triángulo y rectángulos y estrella solitaria.

pudo ser otro el color,
otras las figuras geométricas
mostradas en la tela;
sí, pudo ser.

pero cae la tarde polícroma en los cielos patrios,
la tarde dolorosa y dulce
en las voces de los vivos y los muertos,
cae la tarde infinita y sucesiva de los cayos y las islas
para volver mañana como antes se avivaba:
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una:
azul y blanco sobre rojo
triángulo y rectángulos y estrella solitaria.

¿puede ser otro el color?
¿otras las figuras geométricas mostradas en la tela?
¿acaso pueden ser distintas las palabras
para hacer sus himnos y cantares?


Alberto Edel Morales Fuentes
Con cierta elegancia






Historia de poetas y banderas


Entre las noticias de esta mañana: el poeta mexicano Sergio Witz fue sentenciado a pagar una multa de 50 pesos por insultar el pabellón azteca al escribir yo me seco el orín en la bandera de mi país. El verso es multable por lo pésimo, diría yo, pero así actúan los autoritarismos, dictando qué se dice y hasta dónde se puede llegar con la palabra.Este asunto de la bandera ha sido materia de discusión entre escritores cubanos. Además de haber crecido con el tintineo decasílabo que nos legara Bonifacio Byrne, hemos sorteado, de una manera u otra, los temas intocables de ambas orillas: los símbolos patrios, el Apóstol, los mitos independentistas…Hace algún tiempo, el antólogo Omar Perdomo se puso a buscar poemas que tuviesen la bandera como referencia, y no encontró autores nacidos después de 1950 que se preocuparan por ello. El poeta Edel Morales, no sin escepticismo, ya había redactado y mostrado el suyo, que tituló Otro color, otras figuras geométricas. Confesó, en un artículo-apostilla, que inicialmente temió ser extemporáneo, escribiendo sobre un tema tan dado a la desconfianza. Sus cofrades le aplaudieron y premiaron, como era de esperarse, pero no tardó en producirse la descarga de fusilería, desde la distante ribera.Vino de Pablo de Cuba Soria, poeta y ensayista, quien pulverizó a obra y orífice de un solo golpe: “Retórica hueca sobra; pero ahora bien, me pregunto: ¿esencias de qué poesía actual? Supongo que la escrita en las peñas deportivas; aquella que trasnochan los trasnochados. Ellos están de fiesta. En próxima rendición de cuentas elegirán por unanimidad al autor de Otro color, otras figuras geométricas, presidente vitalicio.”Luego habló (escribió, recogiendo la enseña caída de Edel) León Estrada, contra de Cuba Soria: “Me deja perplejo con esa andanada de improperios contra la bandera cubana, Byrne y el copón divino. Parecería que Edel le ha hecho algo malísimo, no sé, le ha quitado un viaje o alguna fruslería de esas que pone a la gente de esta calaña o estirpe de viles como frenética ¿no?”Lo interesante del hecho es que de Cuba Soria nunca se ocupó de la bandera, sino del poema y de los abanderados Byrne y Morales, pero Estrada no reparó en ello, cegado por la cólera. Pues resultaba que criticar algo o alguien que se relacionara con el pabellón tenía que ser insolencia, y punto.Me puse a buscar la respuesta que envié entonces al poeta santiaguero, y aquí la resumo: “Ponernos a demarcar zonas, objetos o conceptos, y declararlos venerables e intocables: Ese ha sido siempre nuestro problema.” (Y aprovecho para incurrir en ese creciente vicio de la modernidad: citarse uno mismo.)El asunto de la bandera siguió su espiral y fue tocado por el lenguaraz Fermín Gabor: “Reparó Alberto Edel Morales en la falta de poema al banderín cubiche y, al bajarse del camello que lo llevaba a Bahía, percibió el hueco, el bache, la oportunidad de cuele, el filo, el jamón de muslo y blúmer que la jeva Patria le mostraba.”También es justo anotar que el exilio ha sido el mejor territorio para desahogarse con la simbología de la patria. Si se examinara el material de soporte de ciertos concursos literarios, como el Lincoln-Martí, encontraríamos tal prolijidad de banderas, himnos y escudos que el propio Omar Perdomo se daría banquete antológico. Tendría para compilar diez volúmenes. Aún faltan capítulos y versos por escribirse en torno a nuestra disputada oriflama. He de apuntar que desde la tierna infancia la he considerado una mera redistribución de los colores franceses. Pero reconozco que es inevitable prestarse al juego de los símbolos, escarnio o melancolía, blasfemia o civilidad. Cualquier cosa, menos tener que lidiar con decasílabos, por favor.

Manuel, en La Finca de Sosa

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